16 nov 2011

No hay mal que por bien no venga

Lo que pensamos de nosotros mismos llega a ser verdad para uno mismo, pero lo que piensan los demás de uno también, y muchas veces supera nuestro jucio. Todos, o casi todos, piensan que soy una mina seria, mala onda, etc., y la verdad es que me lo dijeron tantas veces que me lo empecé a creer. Hace poco me di cuenta de que ya estaba harta de escuchar siempre lo mismo, me cansé de juntarme con gente que estuviera todo el tiempo criticándome en vez de fijarse en la mierda que brota de ellos mismos, y exactamente por eso me alejé. Pasé todas las vacaciones de viaje y encerrada en mi casa sin interés de ver a esas personas que mencioné anteriormente. Creo que tantos años de haberlas escuchado saturaron mi mente, ya no tengo interés en seguir al lado de esas personas, empezaron a ser tóxicas, o mejor dicho: siempre fueron tóxicas y yo lo sabía pero no me animaba a alejarme de ellas porque las necesitaba, porque sabía que si las perdía me iba a quedar sola. Ahí estaba mi error, pensar que esas personas me pertenecían o eran parte de mi, tener miedo a perderlas, como si ellas fueran piezas fundamentales en mi vida. Una no puede estar bien con todo el mundo y estar mal con una misma, ese es el principio de le infelicidad: vivir para los demás. ¿Qué necesidad de estar siempre “ahí” cuando una persona está mal y yo se que solamente se acuerda de mí cuando se siente sola?, ¿Vale la pena dejar que me usen?, Está claro que yo soy consciente de que me están usando, o sea que…¿soy masoquista?. Muchas veces, cuando alguien se va y uno no quiere que se valla igualmente se tranquiliza, porque “el que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen”, entonces una deja la puerta abierta para que la persona vuelva cuando se le pase, pero hay gente en mi vida que se va y vuelve todo el tiempo, todo depende de lo que les pinte en el día y yo ya no quiero ser más parte de ese juego. Game over. Me duele, pero no tanto como pensaba. Me siento un poco sola, pero me las arreglo. Y estoy intentando perdonar aunque se que esa gente no va a pedir perdon porque piensan que no hay nada que perdonar, porque se ve que son felices siendo como son, porque no se dan cuenta de que un día la gente que tienen alrededor se va a alejar y van a tener que replantear su vida. Más allá de todo eso las perdono igual, porque no quiero jugar más, porque quiero seguir adelante y para eso hay que olvidar, y para poder olvidar hay que perdonar.

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